Un día, el caballo escapó a las montañas. Cuando los vecinos del labrador le dijeron qué mala suerte tenía por haber perdido el caballo, él les replicó:
¿Buena suerte, mala suerte ... quién sabe?
Una semana después el caballo volvió trayendo consigo una manada de caballos salvajes. Entonces sus vecinos felicitaron al labrador por su buena suerte y este les respondió:
¿Buena suerte, mala suerte? ¿Quién sabe?
Cuando el hijo del labrador intentó domar uno de aquellos caballos salvajes, se cayó y se rompió una pierna. Todo el mundo consideró esto como una desgracia. No así el labrador, quien se limitó a decir:
¿Buena suerte, mala suerte? ¿Quién sabe?
Unas semanas mas tarde, el ejercito entró en el poblado y fueron reclutados, todos los jóvenes
que se encontraban en buenas condiciones. Cuando vieron al hijo del labrador con la pierna rota, lo dejaron tranquilo.
1 comentario:
¿¿¿Quién sabe???
Pero recuerda que la suerte siempre está ahí...
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